viernes, julio 25, 2008

NEVABA TANTO SOBRE TERUEL



Nuria Santiago
NEVABA TANTO SOBRE TERUEL





A mi tía Julia Santiago Shaw
A mi abuelo Mariano Santiago Guerrero

LA REHABILITACIÓN DE SU MEMORIA
06/04/1940
Dictamen del auditor Ignacio Grau
(…) Es indudable que el Coronel Rey capituló; pero también es indudable que el Coronel Rey no rindió en tal capitulación la plaza de Teruel, sino las fuerzas que, mandadas por él, se defendían en el reducto constituido en la Comandancia Militar (…).
(…) El Auditor se apresura con apremios de honradez a rechazar el propósito de favorecer al enemigo, pues a través de toda la causa surge inmaculada la lealtad absoluta, a prueba de coronel Don Domingo Rey d’ Harcourt (…).
(…) La situación que refleja el relato de los hechos (…) es la de una resistencia llevada al límite.
28/11/1940
Consideraciones del Juez Instructor al enjuiciar la actuación del Mando en lo sucedido en Teruel:
Acción colectiva en la defensa de los núcleos defensivos Comandancia Militar y Seminario.
Desde el día 15 de diciembre en que el enemigo desencadenó su ataque de gran envergadura, hasta el 8 de enero en que pudo jactarse de haber tomado la plaza de Teruel (…) aquella actuación colectiva reúne méritos para una recompensa especial (…).
(…) Hubo defensa, y en grado heroico, en los grupos de edificios de la comandancia Militar y del Seminario, erigidos en reductos de resistencia de las fuerzas al ser abandonada por el Mando la misión táctica de defensa del Subsector, hasta el momento de la rendición de una y de la invasión del otro.(…) por lo que respecta a la acción colectiva de las fuerzas, es de justicia afirmar que fue digna de parangonarse con las gestas más brillantes llevadas a cabo en esta guerra de liberación de España, pues la guarnición del Subsector, que apenas sumaba 6000 hombres, luchó contra un ejército enemigo de más de 100.000, con un centenar de tanques, mucha artillería y apoyado por numerosa aviación; y al encerrarse dentro de Teruel las fuerzas ya notablemente mermadas, se defendieron del asedio con notoria bravura y abnegación, pues se llegó a la carencia casi absoluta de medios de mantenimiento, y a un gran número de bajas, pudiéndose afirmar que la defensa en los reductos fue de tono heroico (…).

PROTAGONISTAS del BANDO NACIONAL

ARANDA, UN GENERAL AMBIGUO
Antonio Aranda Mata nació en Leganés (Madrid) el 13 de noviembre de 1888.
Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1903 a los trece años, y de ella saldría con el número uno de su promoción. Con 17 años se alistó en el ejército.
Fue destinado a Marruecos como Capitán de Estado Mayor, destacándose en diversas acciones y consiguiendo el ascenso a Comandante por méritos de guerra. Ganó fama por sus conocimientos de ingeniería y geografía.
Cuando volvió a España, la II República Española lo destinó a la Primera Inspección del Ejército, fue designado junto con otros militares para realizar un Plan de Movilización y Defensa Militar de España cara a un posible alzamiento, puesto en el que permaneció hasta el alzamiento de Octubre de 1934 en Asturias. Tuvo una actuación brillante en la opresión del foco revolucionario. Aplastada la revolución, Aranda fue nombrado Comandante de la Brigada de montaña de Asturias, equivalente al cargo de gobernador militar.
Cuando ocurrió la sublevación militar del 18 de julio de 1936, Aranda se hallaba al mando de la guarnición de la ciudad de Oviedo. El Gobierno confió en Aranda, pues el propio Coronel garantizó telefónicamente su fidelidad a la República. Organizó un convoy de voluntarios obreros y sindicalistas para salvar al Gobierno, pero el transporte fue detenido en León, previo aviso de Aranda, y sus principales responsables fusilados.
El 20 de julio declaró finalmente el estado de guerra, incorporando falangistas y guardias de asalto a las guarniciones de Oviedo, ocupando las posiciones estratégicas de la periferia de la ciudad.
La ciudad de Oviedo, se convirtió en una isla rebelde en medio del mar leal que fue Asturias en los inicios de la contienda. Los combates alcanzaron repetidas veces los barrios de la ciudad, llegando a ser crítica la situación de los sublevados hacia mediados de octubre; pero la situación dio un vuelco el día de 17 de ese mes al conseguir las columnas rebeldes que avanzaban desde Grado romper el creando un pequeño pasillo por el que abastecieron a la ciudad. Resistió el cerco de la ciudad durante casi quince meses, hasta octubre de 1936 en que recibió la ayuda de tropas gallegas, por tal motivo se le otorgó la Cruz Laureada de San Fernando. Ascendido ya a General de Brigada, mandó la VIII División y posteriormente el Cuerpo de Ejército de Galicia, con el que se dirigió hacia Valencia.
Dirigió fuerzas rebeldes en diversos combates, como la Batalla de Teruel, la Ofensiva de Aragón y la Batalla del Ebro. En 1939 dirigió a las tropas franquistas que ocuparon Valencia, donde por iniciativa de Franco fue promovido al rango de Capitán General.
Cuando termino la Guerra Civil se hizo cargo de la Dirección de la Escuela Superior del Ejército y presidió la Real Sociedad Geográfica.
Sin embargo, a partir de estos nombramientos vio declinar su estrella. No siempre contó con el apoyo del Dictador, al declararse partidario de los aliados en la segunda guerra mundial. Despertó suspicacias en el Régimen, y alimentó la idea de que había sido masón antes de la Guerra Civil.
A partir del 1941 participó en una serie de conspiraciones en favor de la causa monárquica del hijo de Alfonso XIII, Juan de Borbón. Por ello, desde 1942 Franco le relegó de la vida militar, viéndose apartado de los destinos militares más elevados.
En 1943 participó junto a otros generales en una malograda conspiración contra Franco. Descubierta la trama fue confinado en Mallorca.
Franco dictó una ley específica para este caso por la que Aranda se vio obligado a pasar a la situación de reserva antes de la edad reglamentaria.
En 1976 el rey don Juan Carlos I (hijo de Juan de Borbón) le rehabilitó y le ascendió a Teniente General.
Falleció tres años después, el 8 de febrero de 1979, en Madrid.

Alférez Eugenio de Azcárraga

nieto de Marcelo de Azcárraga, que fue cuatro veces presidente del Gobierno durante la regencia de Maria Cristina.


Azcárraga y el Capitán Llorens pudieron salvar la vida al saltar del tren en marcha con otros doce compañeros y cruzar a pie los Pirineos para refugiarse en Francia.
Cuando acabó la guerra, la madre de Eugenio casi se desmaya al verle regresar a casa. Había recibido la notificación de su muerte en combate y toda su familia había asistido a su funeral.

EL OBISPO DE TERUEL

El padre Polanco nunca aceptó privilegios y prodigó su caridad entre aquella población civil empavorecida por bombardeos y derrumbes.

Fue testigo de los crímenes rojos de Albarracín, que no quiso silenciar.
El padre Polanco estuvo en prisión hasta finales de 1938, cuando, terminada la batalla del Ebro, se pone en marcha la «ofensiva de Cataluña», la resistencia roja es vencida y los pueblos del Principado van siendo liberados día a día por las fuerzas nacionales.

En Valencia estuvo ocho días, en el penal de San Miguel de los Reyes. La prensa gubernamental se despachaba a gusto denostando groseramente al cautivo.
Las campañas difamatorias continuaban. En mayo de 1938 se le enjuició por haber firmado la carta colectiva Episcopado Español.

El 17 de enero lo llevaron a Barcelona, al llamado «cuartel Pi y Margall», ubicado en el monasterio de las Dominicas de Monte Sión, en Rambla de Cataluña-Rosellón.
En el reconocimiento practicado, el cadáver del padre Polanco no ofrecía señales de putrefacción y el médico forense quedó enormemente sorprendido al ver brotar sangre fresca de las encías cuando las punzó para reconocer la dentadura.

El cadáver del obispo de Teruel no presentaba ningún impacto de bala a la vista y sí, en cambio, tenía la llamada actitud del gladiador, la propia de los que mueren quemados. ¿Habría sido quemado vivo ?...

Capitán de Artillería Fernando Llorens Pérez-Casariego
llevó un diario de campaña.

libro "Héroes o traidores. Teruel, la verdad se abre camino". Autores: Milagros y Fernando Llorens Casani.

Fue el responsable de una batería que cambiaba de emplazamiento frecuentemente para intentar desconcertar al enemigo y dar la impresión de que la dotación artillera era mayor de la que realmente existía. Esta itinerancia le valió el nombre de batería fantasma.
Tenía treinta y dos años. Se había formado en la Academia de Segovia y se consideraba un militar de vocación.
Una vez apresado junto con los militares que rindieron el Seminario, fue trasladado a distintas prisiones republicanas. En Albentosa fue juzgado y condenado a muerte.
Se libró tres veces del pelotón de fusilamiento, la última al tirarse del tren.
Salvó la vida, y una vez terminada la guerra, se incorporó a la vida civil como ingeniero industrial.
Murió en 1975 dejando escrito el diario que ha servido de base al libro que han escrito sus hijos.

Alférez Jesús Martín Pérez Firmo acta de rendiciónAlférez Veterinario Tomas Hernández Bravo Firmo acta de rendición
Alférez Sánchez Romero Firmó acta de rendiciónTeniente Francisco MARTINEZ GOMEZ Firmo acta de rendición
Teniente Miguel CASTELLS ADRIAENSENS Firmo acta de rendiciónTeniente Joaquín Castiella Idoy Firmo acta de rendiciónTeniente Manuel Coco Hernández Firmo acta de rendiciónTeniente Jesús Briones Merino Firmo acta de rendiciónTeniente médico Octavio Burgues Conchiello
Teniente Coronel Guardia Civil José PEREZ DEL HOYO Murió cautiverio rojo
Teniente Coronel Gutiérrez Soto
Capitán Infantería Joaquín PINOS SANCHEZ Firmo acta de rendiciónCapitán Carlos Magaz Hernández de Henestrosa Firmo acta de rendición
Capitán Alfonso Fernández de Córdoba Hecho prisionero en Cuartel Guardia CivilCapitán José GONZALEZ VIDAURRETA Firmo acta de rendición
Capitán Mateo Vidaurreta Firmó acta de rendiciónCapitán Primitivo Villuendas Murió en el Banco de España
Comandante Fernando CALVO ROSELLO Firmó acta de rendiciónComandante Rodolfo ESTELLA BELLIDO Firmo acta de rendición
Comandante García Belenguer Muerto en Comandancia MilitarComandante Ángel García GUIU Firmó acta de rendiciónCoronel Ignacio GASCA LAGUNA Murió cautiverio rojo
PROTAGONISTAS DEL BANDO REPUBLICANO
VICENTE ROJO LLUCH


Enguera, Fuente la Higuera (Valencia), 1894
Hijo póstumo de un militar que combatió contra los carlistas y en las campañas de Cuba, de donde volvió enfermo. Poco después murió su madre, por lo que tuvo que ingresar en un orfanato militar.
En 1911 siendo un adolescente ingresó en la Academia de Infantería de Toledo. Su Coronel, José Villalba Riquelme, lo recordaría como un aplicado alumno, de la que salió en 1914 con el grado de Subteniente, habiendo obtenido el número 4 en una promoción de 390 cadetes.
Intervino en varios frentes, y desde 1915 hasta 1919 luchó en el conflicto marroquí. En 1922, ya como Capitán, volvió a la Academia de Infantería de Toledo, donde ocupó diversos puestos docentes y de administración.
Fue uno de los redactores de los planes de estudio de las asignaturas de Táctica, Armamento y Tiro para la nueva etapa de la Academia de Zaragoza.
En agosto de 1932, abandonó la Academia para ingresar en la Escuela Superior de Guerra con el objetivo de realizar el curso de Estado Mayor.
Durante su estancia en la Escuela se dio la circunstancia curiosa de que se propuso a los alumnos de su promoción que desarrollaran un supuesto táctico que consistía en el paso del río Ebro para establecerse en la ruta Reus-Granadella, operación muy similar a la que unos años después, durante la guerra civil, habría de llevar a la práctica en la célebre batalla del Ebro en el tramo comprendido entre Mequinenza y Amposta.
En otra faceta de su biografía, su preocupación e implicación por la formación de los jóvenes condujo, igualmente, a que por estas fechas (1931-1933) fuese nombrado Comisario General de Instrucción de los "Exploradores de España".
Ascendido a Comandante de Estado Mayor el 25 de febrero de 1936, cuando estalló la Guerra Civil en julio se mantuvo leal al Gobierno de la República, y fue uno de los militares profesionales que participó en la reorganización de las fuerzas republicanas.
En octubre de 1936 fue ascendido a Teniente Coronel siendo designado Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa, mandadas por el General Miaja, Jefe de la Junta de Defensa de Madrid, creada para defender la capital a toda costa después del traslado del Gobierno de la República a Valencia. En este puesto preparó un eficacísimo plan de protección de la ciudad, que evitó su caída. A partir de entonces, su fama como organizador no hizo sino aumentar.
Con un prestigio acrecentado, en marzo de 1937 fue nombrado Coronel y en mayo Jefe del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas y Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra. Desde este nuevo empleo se encargó de dirigir la expansión del Ejército Popular, y creó el denominado Ejército de Maniobra, que debía servir de avanzadilla ofensiva del Ejército Republicano.
Ascendido a General en octubre de 1937, es ya uno de los militares más prestigiosos de la República. A lo largo de 1937 proyectó las ofensivas de Huesca, Brunete, Belchite, Zaragoza y Teruel, la primera parte de esta batalla, que termino con la conquista de dicha ciudad, fue la única en la que Rojo tomó el mando directo de las unidades, lo que le valió la concesión de la Laureada de Madrid, máxima condecoración del Ejército Republicano, y equivalente a la Laureada de San Fernando.
La operación más ambiciosa que llevó a cabo a lo largo de 1938 fue la ofensiva del Ebro, que dio lugar a la larga batalla del Ebro desarrollada desde el 25 de julio al 16 de noviembre de 1938, y en la cual la República se jugó su prestigio internacional, su capacidad de resistencia y la posibilidad de poder dar un giro favorable al curso de la guerra.
Tras la caída de Cataluña, en febrero de 1939, pasó a Francia, y después de una breve estancia en este país el Servicio de Emigración de los Republicanos Españoles (SERE) le abonó el pasaje para trasladarse a Buenos Aires (Argentina).

Poco tiempo después el Gobierno de Bolivia le ofreció la posibilidad de que organizara y dirigiera la cátedra de Historia Militar y Arte de la Guerra en su Escuela de Estado Mayor (Academia Militar de Cochabamba) , tarea ésta que desarrolló entre 1943 y 1945, siéndole reconocido su empleo de General del Ejército español y condecorado con el máximo galardón.
En febrero de 1957 regresó a España, gracias a las gestiones de un jesuita que conoció durante su estancia en Bolivia, y avalado también por el obispo de Cochabamba, antiguo capellán castrense a las órdenes de Rojo. Aunque al principio no fue molestado por las autoridades franquistas, el 16 de julio de 1957 el Juzgado Especial para los Delitos de Espionaje y Comunismo le comunicó su procesamiento por el delito de rebelión militar, aunque finalmente lo seria por Auxilio a la rebelión, en su calidad de ex-Comandante del Ejército, paradójicamente por el hecho de no haberse rebelado contra el Gobierno legítimo de la República.
Al parecer su vuelta no había gustado a ciertos sectores militares, entre ellos al propio Franco que escribiría de su puño y letra en su expediente negar el pan y la sal. Tras ser sometido a juicio, Rojo fue condenado a cadena perpetua. En 1958 recibió el indulto para su cadena perpetua, aunque no para las penas accesorias de interdicción civil e inhabilitación absoluta. Cuando salió de la cárcel se instaló definitivamente en Madrid.
Escribió varios libros, donde se recogen sus experiencias militares en la guerra civil: ¡Alerta los pueblos! (1939), ¡España heroica! (1961) y Así fue la defensa de Madrid (1967).
Falleció en Madrid el 15 de junio de 1966. Las agencias de prensa dieron de forma muy escueta la noticia, los diarios ABC y Ya recordaron su grado de General y únicamente el diario El Alcázar, órgano de los ex-combatientes franquistas, destacó el prestigio de que gozaba entre los militares por su capacidad profesional.
En 2006, uno de sus nietos, el periodista de El País José Andrés Rojo, publicó una completa biografía titulada Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets Editores).
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Aranda"
Obtenido de "http://el.tesorodeoviedo.es/index.php?title=Antonio_Aranda_Mata"

DE LAS MEMORIAS DE QUEIPO DE LLANO

A Rey se le acusó de traición, porque no se comprendía que después de tan brillante resistencia se pudiera rendir en los momentos en que nuestras tropas se aproximaban a la población. Los españoles que no conocíamos los incidentes allí desarrollados, nos indignamos contra el Coronel Rey, a quien creíamos responsable. Hoy, a la luz de los hechos, yo expongo mi creencia de que allí hubo un responsable, y que ése fue el General Varela, en quien se unían la falta de competencia para el mando y la del valor de la responsabilidad.

El Coronel Rey fue una víctima propiciatoria, que encubrió esa falta de valor de la responsabilidad que recaía también sobre el mando supremo.

El 31 de diciembre las divisiones de la derecha de Varela avanzaron hacia Teruel y algunos destacamentos llegaron a las primeras casas de la población, donde recogieron a un grupo de los defensores de la ciudad. ¿Por qué, al menos, no se salvó a la guarnición? El General Varela pensó que tenía la derecha al descubierto y se retiró ante el temor a una columna que le habían dicho que desembocaba de Rubiales hacia su retaguardia.

El hecho cierto es que la marcha victoriosa del II Cuerpo de Ejército Nacional se detuvo cuando ya había alcanzado la meta. Cuando se pretendió continuar después, fue detenido por el enemigo.
Yo no creo que la derecha de Varela estuviese amenazada cuanto tenía por medio el río, en su poder La Muela y sus tropas en Teruel. La situación táctica había mejorado notablemente.

Al abandonar Teruel, quizá porque no había recibido orden de tomarlo, empeoró aquélla, y llevó la desmoralización a los defensores de la ciudad.

















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